El especismo es la discriminación de quienes no pertenecen a una cierta especie. La mayoría de los seres humanos son especistas hacia los demás animales, considerando que no deben ser respetados o que deben serlo menos que los humanos.
Los animales podemos sufrir y disfrutar. Por ello, tenemos intereses y necesidades propios. Esto ocurre con independencia de nuestra especie. Sin embargo, a la hora de respetar a los demás, se hace comúnmente distinción radical entre los seres humanos y los demás animales. Únicamente se tiene en cuenta a los humanos, lo que supone, así, discriminar al resto de los animales. Esto constituye la discriminación arbitraria que recibe el nombre de especismo.
Cuando alguien sitúa a los humanos por encima del resto de los animales si le puede denominar especista
Las razones por las que debemos rechazar el especismo, una discriminación arbitraria:
1. ¿Podemos discriminar a los animales de otras especies porque sí? Falso.
Quienes defienden esta discriminación emplean unos argumentos que se vienen abajo rápidamente. De hecho, muchas veces ni siquiera dan razones para ello. Simplemente asumen que podemos aceptar la discriminación de los animales de otras especies porque sí, por el mero hecho de que no sean de nuestra especie o porque siempre ha sido así. Otras veces se asume simplemente que somos más importantes. O se dice que es así apelando a supuestas razones no comprobables de ninguna forma (como hacen algunos que dicen, por ejemplo, que somos “la especie elegida”). Eso no constituye argumento alguno y no puede justificar nada. La misma lógica justificaría cualquier clase de injusticia que pudiésemos sufrir.
2. ¿Tenemos los seres humanos ciertas capacidades que justifican la discriminación del resto?
Por otra parte, se dice muy a menudo que solo hemos de respetar a los seres humanos porque los animales de otras especies no pueden realizar razonamientos que los humanos sí podemos hacer. Sin embargo, el hecho es que hay muchos seres humanos que no pueden llevar a cabo tales razonamientos. Esto sucede en el caso de los bebés y los niños de corta edad. Pero también en el de muchos adultos que han sufrido algún tipo de enfermedad o accidente, teniendo diversidad funcional intelectual profunda (lo que algunas veces se llama discapacidad intelectual). Así, si este argumento fuese válido, estaría justificado discriminar y explotar a estos seres humanos. Esto muestra que no se puede levantar una barrera dividiendo a los humanos y a los demás animales afirmando que solo estos últimos tienen ciertas capacidades intelectuales. El especismo no se puede justificar así.
3. ¿Es aceptable la discriminación de los animales no humanos porque no sentimos simpatía por ellos o porque somos más poderosos? Falso.
Otras veces se dice que los seres humanos podemos discriminar a los demás animales simplemente porque no sentimos por ellos la misma simpatía que tenemos por los humanos. O porque somos más poderosos que ellos. Estos argumentos tampoco deben ser aceptados. Hay muchos seres humanos que no tienen a nadie que simpatice con ellos. Y otros que se encuentran en una situación de debilidad. Los racistas, que a lo largo de la historia han explotado y esclavizado a millones de seres humanos, también estaban en una situación de poder. Y sentían simpatía solamente por quienes tenían su mismo color de piel. Sin embargo, su actitud era igualmente injustificable. Ninguna de estas razones justifica la discriminación de los demás. No pueden servir, por tanto, para discriminar a los animales que no pertenecen a nuestra especie. No justifican el especismo.
4. Para ser respetado, lo relevante es ser sintiente, es decir, poder sufrir y disfrutar.
En realidad, que alguien tenga una mayor o menor capacidad racional, o que tengamos simpatía por alguien, no es lo importante para que sea tenido en consideración moral. Lo importante es poseer la capacidad de sufrir y disfrutar. Son los seres que poseen esta capacidad quienes pueden verse afectados por los actos de otros. Por este motivo, son los animales quienes han de ser respetados.
En contraposición a esto, si rechazamos el especismo defenderemos la consideración igualitaria de los intereses de los animales.
En ocasiones se actúa también de modo especista al favorecer a ciertos animales frente a otros aunque no sean humanos. Esto sucede, por ejemplo, si nos oponemos a que se mate a perros o gatos para su consumo como comida pero aceptamos que ello se haga en el caso de los cerdos o vacas. O si entendemos que solamente hemos de respetar a los simios. Estas son formas de discriminación especista que perjudican a los demás animales.
¿Y las plantas?
Las plantas no poseen sistema nervioso y, por tanto, carecen de la capacidad de sufrir y disfrutar. Por ello, no pueden tener experiencias positivas o negativas como consecuencia de nuestros actos.
Hay quien defiende que las plantas poseen la capacidad de sentir, y que eso queda demostrado por hechos como que “buscan” la luz. Sin embargo, esto no implica la capacidad de sentir. Esto demuestra sencillamente que las plantas reaccionan ante estímulos. Esa reacción es equivalente a la del mercurio de un termómetro ante la proximidad de una fuente de calor, o a la de un corazón que bombea sangre. Ni el mercurio ni el corazón son seres que, de manera consciente, están decidiendo actuar de una determinada manera.
Quienes rechazamos el especismo, defendemos respetar a todos los seres con la capacidad de sufrir y disfrutar. Las plantas no poseen esta capacidad. Por ese motivo, nuestras decisiones en lo relativo a las plantas han de venir motivadas por la manera en que afectan, positiva o negativamente, a los animales.
Puedes encontrar más información sobre estas y otras cuestiones en nuestra página de preguntas frecuentes.
Nuestra sociedad seguirá siendo especista, con todas las consecuencias que ello implica, mientras no vayamos dejando atrás, cada un@ de nosotr@s, nuestras actitudes especistas. Para conseguir esto, lo primero pasa por reconocerlas, por saber qué es el especismo y por denunciarlo como una actitud injustificable.